Nosotros curamos el autismo de nuestro hijo
|
Cuando la psicóloga que estaba
examinando a nuestro hijo de 18 meses nos dijo que ella creía que Miles
tenía Autismo, mi corazón comenzó a latir fuerte. No sabía lo que
quería decir esa palabra exactamente, pero sabía que era malo. ¿No era
el autismo acaso un tipo de enfermedad mental – quizás esquizofrenia
juvenil? Lo que es peor, yo vagamente recordé haber oído decir que
este trastorno era causado por traumas emocionales en la infancia. En
un instante, todas las ilusiones de seguridad en mi mundo parecían
desvanecerse. Nuestro pediatra nos había referido al
psicólogo en Agosto de 1995 porque Miles no parecía comprender nada de
lo que le decíamos. El se había desarrollado de manera perfectamente
normal hasta que cumplió los 15 meses, pero después dejó de decir las
palabras que había aprendido – vaca, gato, bailar – y comenzó a
desaparecer dentro de sí mismo. Supusimos que sus crónicas infecciones
de oído eran las responsables de su silencio, pero después de tres
meses, él de verdad se había retirado a su propio mundo.
Repentinamente, nuestro niño pequeño
y alegre casi no podía reconocernos ni a su hermanita de 3 años. Miles,
no establecía contacto visual y ni siquiera intentaba tampoco
comunicarse señalando con su dedo o haciendo gestos. Su conducta se
tornó cada vez más extraña: El arrastraba su cabeza por el piso,
caminaba de puntillas (muy común en niños autistas), hacía sonidos
extraños como unos gargarismos, y se pasaba largos períodos repitiendo
una misma acción, tales como abrir y cerrar puertas o llenando y
vaciando una taza de arena en el cajón de arena. A veces gritaba sin
consuelo, se negaba a que le tomaran en brazos o le abrazaran, y
desarrolló una diarrea crónica.
|
Leer el artículo completo. Haz Click Aquí |
|